Los estudios de mercado realizados por el equipo de socioeconomía del programa de Forrajes tropicales de la Alianza han abordado, principalmente, las regiones de África del este (países como Kenia, Uganda, Tanzania, Etiopía y Ruanda), sureste asiático y América Latina y el Caribe.
Para América Latina y el Caribe, el estudio de caso de Colombia (Enciso et al., 2021) ha resumido algunos de los limitantes y desafíos encontrados en la adopción de pasturas mejoradas. Los principales a mencionar aquí son la tradición de ganadería extensiva y su relación con la deforestación (así como, para el caso colombiano, los vínculos de esta con el conflicto armado), el bajo presupuesto para la investigación científica y la discontinuidad de estos procesos en largos periodos, la debilidad y bajo impacto de programas de extensión y promoción de tecnologías forrajeras, la relación poco orgánica y colaborativa entre instituciones (estatales, privadas, de investigación), las dificultades para acceder a créditos por parte de pequeños y medianos productores y la dependencia de la importación de semillas (particularmente del mercado brasilero) y las complejidades que esto acarrea (particularmente, en lo referido a la especulación).
También se reconoce que las asociaciones y/o cooperativas de productores (lecheras, por ejemplo) tienen un papel importante en los procesos de difusión y escalamiento de las tecnologías forrajeras. Entre las funciones que pueden cumplir se encuentran la colaboración con el componente de investigación y/o en la selección de fincas piloto para la evaluación de tecnologías, la difusión de información sobre tecnologías, el suministro de insumos, así como la capacitación y extensión entre los productores asociados.
Para el caso de África, la industria ganadera proporciona empleo y, al menos parcialmente, el sustento de alrededor del 70% de los habitantes rurales de las zonas secas de África occidental y oriental, es decir, de entre 110 y 120 millones de personas. La cría de forraje puede aumentar tanto la productividad como la calidad de los piensos para el sector lácteo y, por lo tanto, contribuir a mejorar la seguridad alimentaria, los ingresos y los medios de vida de las familias productoras de leche. Asimismo, la adopción de tecnologías mejoradas de forraje genera externalidades ambientales positivas, por ejemplo, una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de los sistemas ganaderos.
Las variedades de forrajes cultivadas más comunes son las locales, aunque lentamente, en los últimos años ha habido un incremento del interés de las especies Urochloa y M. maximus, que se espera sean las dominantes en el futuro mercado, así como de los híbridos de Urochloa desarrollados por CIAT y Grupo Papalotla como Mulato II, Cayman, Cobra y Camello. Algunos estudios (Junca Paredes et al., 2023) han mostrado un potencial de mercado para nuevos híbridos forrajeros de más de 400.000 hectáreas para Urochloa y más de 500.000 para Megathyrsus maximus, con valores económicos anuales de más de 70 y 100 millones de dólares, respectivamente. Todas las granjas que han adoptado forrajes mejorados reportan un aumento en la producción de leche, lo que genera mayores ingresos para los productores y mejores medios de vida para las familias rurales. El riesgo de pérdida de cultivos forrajeros también se reduce, ya que las variedades mejoradas son menos vulnerables a las condiciones climáticas extremas, particularmente durante la estación seca en África oriental.
En las entrevistas con diversos actores (Flórez et al., 2024), se identifican algunas limitantes en el crecimiento del mercado de semillas de híbridos en la región: la escasez de semillas y los altos precios que limitan el acceso a las tecnologías, los complejos procesos de registro de nuevas variedades y la falta de articulación entre las diferentes instituciones interesadas en el desarrollo de mercados (como los agentes estatales, la empresa privada y las ONGs transnacionales), la difusión limitada del conocimiento sobre forrajes mejorados, la escasez de tierras y la necesidad de una ganadería más intensiva, el enfoque actual de promover la adopción de forrajes mejorados en la región radica enteramente en la producción lechera, descuidando el gran potencial que tiene el sector de la carne vacuna.
La Alianza de Bioversity Internacional y el CIAT es reconocida como el actor más relevante para esta región en lo referido a mejoramiento genético de forrajes, aunque los híbridos desarrollados han sido creados y adaptados para América Latina y luego comercializados en África por Grupo Papalotla, por lo que aún está en mora la creación de híbridos para las condiciones específicas de esta región del mundo.
Para la región del sudeste asiático, los estudios se están realizando actualmente (enfocados en países como Vietnam y Laos), y se espera que sus resultados sean publicados en el 2025.
En lo referido a los pocos y recientes estudios sobre fitomejoramiento y género en forrajes tropicales, estos demuestran que las principales características (traits) demandadas por las mujeres son las que les permiten gestionar la seguridad alimentaria de sus familias, pero a la vez, generar ingresos propios que incidan en su autonomía económica y empoderamiento. Para el caso de la ganadería, la intensificación de la producción lechera puede tener impactos positivos en estos procesos de las mujeres, dada la histórica asociación de este grupo poblacional a la producción lechera y el procesamiento de alimentos derivados de esta.
Los estudios realizados en África del este, estos han encontrado que la característica (trait) priorizada por ellas en los forrajes para alimento del ganado es la que tiene un efecto en la cantidad y calidad de la leche (Tufan, Grando & Meola, 2018; Njuguna et al., 2022), así como en la rapidez de su crecimiento (Njuguna et al., 2022). Complementariamente, dado que las mujeres son las responsables de la alimentación familiar (Tufan, Grando & Meola, 2018), también tiene sentido que su preocupación sea la cantidad y calidad de la leche, ya no pensando exclusivamente en su comercialización. En el caso de Kenia (Njuguna et al., 2022), las mujeres mencionaron la característica de menor trabajo en la cosecha y desyerbe de los forrajes (dado que son ellas las encargadas de plantarlos, mientras los hombres se encargan de la comercialización del ganado) y de mayor rendimiento, pues al vender los excedentes (de alimentos para ganado, de leche o de abono) pueden contratar apoyo para el trabajo y dedicar el tiempo que les queda libre a sus otras actividades (domésticas, comunitarias y de cuidado). En un reciente estudio realizado en Kenia (Njiru et al., 2023), las variedades de Brachiaria mejoradas fueron bien valoradas por hombres y mujeres porque reducen el tiempo de trabajo (en el caso de las mujeres, reduce la maleza y el tiempo de desyerbar, que es un trabajo asociado a ellas), tienen una alta palatabilidad (las vacas comen más y, por tanto, producen más leche), son fáciles de almacenar y resistentes a sequía y enfermedades.
Es fundamental tener en cuenta las diferencias socioculturales de los contextos en donde se liberan las semillas, pues no en todos los lugares necesariamente pueden funcionar las mismas características (traits). Este es un campo fructífero por explorar en los próximos caminos conjuntos de la Alianza y Papalotla, donde es necesario un trabajo de campo investigativo multidisciplinar, con un constante y fortalecido diálogo entre los equipos de fitomejoramiento y profesionales de las ciencias sociales.